DE LA POLITICA DE ESTIERCOL
Jimmy Triana Arroyo
"Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez"
La política es una responsabilidad, pero la responsabilidad -como diría una amiga- es como el estiércol: todo el mundo sabe qué es y sin embargo nadie lo toca. Es normal ver a un grupo de personas que parecen estar arreglando la ciudad con sólo criticar. ¿Y cómo se va a construir opinión con una crítica que versa más de personajes que de hechos y más de éstos que de ideas? Por eso, la política es estiércol porque con esa misma calidad se habla del tema y muy pocas personas saben tratarlo. Y ¿Cuál es uno de los principales factores de esta patología ciudadana?
Sin duda alguna el príncipal factor es el virus "electoritis amnesium", que provoca una epidemia llamada Amnesia Electoral. Esta enfermedad es despertada en la voluble conciencia del ciudadano mediante un virus llamado "candidatus nihilus", es decir, candidatos que salen de la nada buscando y mostrando proyectos. En un principio, el virus genera una ilusión óptica de poseer una capacidad política propositiva. Así, el candidato que más pique conciencias desprevenidas es el que manipula mejor la "opinión" ó el voto intencional. Generalmente, esta lamentable enfermedad tiene una duración de seis meses finalizados al término de los respectivos comicios electorales, y se cumple periódicamente cada tres años.
Sin embrago, alguien podría preguntar: ¿Cómo prevenirse de esta infección política? Muy fácil: Sea firme en decirle NO a este tipo de candidatos, puede que tengan maquinaria, pero tendrán que darse cuenta que la gente exige una mejor forma de hacer política. Y lo mejor es empezar por el rescate del SER CIUDADANO, es decir, aquella persona que posea la voluntad, y el deseo tomarse en serio la cotidianidad municipal, que tenga una preocupación sensata por el desarrollo del territorio en que habita, que sea capaz de atesorar transparentemente la política en el corazón de sus coterráneos, de tal manera que pensar en la ciudad tenga una dinámica vitalicia.
En definitiva, se trata de inclinar la balanza hacia un ejercicio político constante, mas no oportunista; más participativo que representativo, con liderazgo y sin cacicazgos. Se trata de erradicar el gobernismo para no seguir con lo mismo, pero impulsando una gobernabilidad que le ponga carne y hueso, fuerza y soporte, respiración y latido a una nueva Edad de Oro que Girardot necesita y así terminar con aquella política de estiércol que la invade.
1 comentario:
Aplausos por tu magnífica y verdadera manifestación, tus apreciaciones le caen como anillo al dedo a más de un Girardoteño.
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