jueves, marzo 20, 2008

Si las guerras fueran de bolitas de papel



Si vencieran a Osama Ben Laden y a los grupos terroristas e insurgentes con bolitas de papel, las guerras ya no serían sangrientas. Si un país le declarara la guerra a otro, su arsenal serían cañones o bazucas de bolas de papel, soldados con ligas caucho y millares de bolitas de papel.

La Cruz Roja y Human Rights Watch ya no se preocuparían porque no habría más muertes. El mercado negro tendría que cambiar las armas tradicionales y sus agentes por intelectuales que cargarían las bolitas de papel con mejores ideas y argumentos que sus enemigos.

Si vencieran a Osama Ben Laden y a los grupos terroristas e insurgentes con bolitas de papel, los milicianos y los ejércitos correrían hacia librerías, bibliotecas y luego a papelerías para equipar su armamento. Tal cosa redundaría en una mayor inversión social para una niñez feliz que aprende en mejores escuelas y para una población en general que cuente con mejores clínicas y hospitales.

Si vencieran a Osama Ben Laden y a los grupos terroristas e insurgentes con bolitas de papel, cualquier estudiante podría convertirse en un terrorista o delincuente, pues cuando estuviese en el salón de clase, sus compañeros y profesores le tendrían temor inspirado en el respeto (y no al revés) cuando él o ella arrojara bolitas de papel cargadas de frases de admirable sabiduría, sencillez de palabras y gracia expresiva.

Si vencieran a Osama Ben Laden y a los grupos terroristas e insurgentes con bolitas de papel, Estados Unidos levantaría una estatua en honor a las bolitas de papel y su estatua de la Libertad ya no sería hueca como lo demuestran en sus pragmatismo político Asimismo, firmaría el acuerdo de Kyoto, su ecología humana sería realmente práctica y la reforestación más ágil y efectiva.

Todo esto ocurriría si vencieran a Osama Ben Laden y a los grupos terroristas e insurgentes con bolitas de papel. Pero la realidad es otra y esta es la hora en que Estados Unidos ha utilizado –gracias a su ilustre pseudos-ignorancia política- todo su sofisticada tecnología armamentista para intentar capturar o aniquilar a estos personajes, en vez de emprender la lucha contra el terrorismo más tenaz y violento que sacude a la humanidad: el hambre!

Girardot, marzo 20 de 2008

Este texto surge en el año 2001, recién sucedido los hechos del 11 de septiembre que todo el mundo conoce. El punto de partida es un escrito elaborado por los estudiantes Camilo Jiménez y Fernando Velásquez del Grado 11º. Al igual que el documento anterior, lo encontré en estos días y me sentí conectado con sus ideas y decidí desarrollarlo en esta nueva versión. Espero sus críticas y observaciones, gracias!

Si los pensamientos fueran fragantes



El género humano nos sorprende cada vez más por sus preguntas, que por sus respuestas. Lo digo porque en días pasados, un chiquillo inquieto de siete años participó de una conversación entre adultos acerca de las anécdotas alrededor de las preguntas que nos hacíamos en la niñez. El niño lanzaba la hipótesis de qué pasaría si los pensamientos tuviesen olor. Obviamente, la mayoría no lo tomó en serio. Sin embargo, poco después de la media noche, con dos amigos más atendimos tal interrogante, destacando su inocencia y lucidez, sin poder contar con el infante ya caído en los brazos de Morfeo.

Un amigo afirmó que si eso pasara, la capa de ozono se habría destruido por completo hacía bastante tiempo. En cuanto a mí, me atreví aseverando que si eso sucediera favorablemente cambiarían algunas cosas en el mundo.

Para decirlo claramente, si el caso fuese que lo sabio, inteligente y bueno emitiera un olor agradable; mientras que lo necio, inútil y malo fuese lo contrario, bastaría pensar y oler para tomar decisiones más acertadas. En resumidas cuentas creo que quizás la humanidad hubiese evitado numerosos episodios desagradables de su historia.

Pero el ser humano es complejo y no es reductible ni a quimeras ni a posturas simples. Nadie podrá negar que existe un valor que configura la condición de dignidad humana y ése es la
Libertad. Gracias a ella, el Hombre suele estar combatiéndose a sí mismo mediante ideas que, en no pocos casos, son contradictorias entre sí.

Según la respuesta a la inquietud inicial, un bachiller tendría que vérselas con el olor de los pensamientos de la familia, con el de los amigos y el de sí mismo para optar entre la conveniencia (guiada por la influencia social) y la vocación (guiada por la convicción personal) para elegir su carrera universitaria. Seguramente, en la mente de este joven estarán relacionados, por no decir confundidos, las diversas fragancias que intentan orientar la elección de su futuro profesional.

Es allí como se reflejaría el carácter complejo de la raza humana. Pues, cada uno de estos olores se mezclarían creando lo que precisamente genera angustia en el ser humano: la necesidad de elegir. Este acto no es para nada descomplicado porque elegir precisa dejar algo bueno o excelente por algo tal vez igual, pero que ofrece otras condiciones o ventajas.

En otro caso, en una cumbre de naciones, cada uno de los delegatarios emitiría, en nombre de su país, la complejidad de olores (su posición política o militar) frente a un tema o conflicto determinado. Lo único que habría para inclinar una decisión es conocer el aroma de la paz, la justicia, la solidaridad y la equidad para observar qué fragancias compartidas en las variadas opiniones e ideas de dicha cumbre se acerca más a tales aromas. Entonces, así los organismos internacionales de cualquier naturaleza desempeñarían un mejor papel en el concierto de los pueblos de todo el mundo.

Pero, para fortuna o no de la humanidad, los pensamientos no tienen olor, fragancia o aroma. Y si hay alguna forma de detectarlos sería mediante la atención crítica de los conceptos e ideas que se acerquen más a la realización digna de personas y naciones hacia los más altos valores de la historia. Entonces, de ahí en adelante, otras serían los conflictos y las guerras del género humano.


Girardot, marzo 20 de 2008

Debo confesar que este texto lo tenía pre-escrito desde mediados del 2007 y que precisamente ahora con las tensiones internacionales frente a las actuaciones del gobierno colombiano contra las FARC, lo encontré en mis archivos (como una hoja arrancada de mi agenda anual) y decidí que estaba sintonizado conmigo mismo y con el tema para desarrollarlo en esta versión. Como ven, escribir no es fácil y requiere tiempo… Y esa costumbre entre los docentes de exigir escrito a quema ropa riñe demasiado con la formación inicial de escritores inexpertos. Como docente, me veo en la obligación de darle ejemplo a mis estudiantes acerca del proceso escriturales. Bienvenidas sus críticas y observaciones, gracias!