lunes, octubre 30, 2006

DE LA POLITICA DE ESTIERCOL

DE LA POLITICA DE ESTIERCOL
Jimmy Triana Arroyo

"Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez"



La política es una responsabilidad, pero la responsabilidad -como diría una amiga- es como el estiércol: todo el mundo sabe qué es y sin embargo nadie lo toca. Es normal ver a un grupo de personas que parecen estar arreglando la ciudad con sólo criticar. ¿Y cómo se va a construir opinión con una crítica que versa más de personajes que de hechos y más de éstos que de ideas? Por eso, la política es estiércol porque con esa misma calidad se habla del tema y muy pocas personas saben tratarlo. Y ¿Cuál es uno de los principales factores de esta patología ciudadana?


Sin duda alguna el príncipal factor es el virus "electoritis amnesium", que provoca una epidemia llamada Amnesia Electoral. Esta enfermedad es despertada en la voluble conciencia del ciudadano mediante un virus llamado "candidatus nihilus", es decir, candidatos que salen de la nada buscando y mostrando proyectos. En un principio, el virus genera una ilusión óptica de poseer una capacidad política propositiva. Así, el candidato que más pique conciencias desprevenidas es el que manipula mejor la "opinión" ó el voto intencional. Generalmente, esta lamentable enfermedad tiene una duración de seis meses finalizados al término de los respectivos comicios electorales, y se cumple periódicamente cada tres años.
Sin embrago, alguien podría preguntar: ¿Cómo prevenirse de esta infección política? Muy fácil: Sea firme en decirle NO a este tipo de candidatos, puede que tengan maquinaria, pero tendrán que darse cuenta que la gente exige una mejor forma de hacer política. Y lo mejor es empezar por el rescate del SER CIUDADANO, es decir, aquella persona que posea la voluntad, y el deseo tomarse en serio la cotidianidad municipal, que tenga una preocupación sensata por el desarrollo del territorio en que habita, que sea capaz de atesorar transparentemente la política en el corazón de sus coterráneos, de tal manera que pensar en la ciudad tenga una dinámica vitalicia.
En definitiva, se trata de inclinar la balanza hacia un ejercicio político constante, mas no oportunista; más participativo que representativo, con liderazgo y sin cacicazgos. Se trata de erradicar el gobernismo para no seguir con lo mismo, pero impulsando una gobernabilidad que le ponga carne y hueso, fuerza y soporte, respiración y latido a una nueva Edad de Oro que Girardot necesita y así terminar con aquella política de estiércol que la invade.

Sobre el arte de esculpir al ser humano

Jimmy Triana
Llamar arte a algo que en la actualidad goza de status científico, es un sano atrevimiento para el asunto de este breve ensayo. De ahí que necesariamente acuda primero a una diferenciación entre estos dos modos de conocimiento: arte y ciencia. De un lado, el arte contempla las cosas desde la perspectiva de un disfrute estético entrañable. De otro, la ciencia -como lo afirmaba Einstein- es el refinamiento del pensamiento cotidiano, es la actitud de observar estructuradamente la realidad. En términos de Ortega y Gasset, desde el arte se vive en el mundo de las creencias, mientras que desde la ciencia en el mundo de las ideas. Las creencias nos gobiernan, las ideas las gobernamos. Por eso, con esa óptica se concibe la educación como una experiencia anfíbica entre estos dos mundos para sustentar el por qué se constituye en el arte de esculpir al ser humano.
Para ello, se debe responder a una onquietud básica: ¿Cómo se esculpe el ser humano? A continuación se presentan dos ideas que pretenden resolver el anterior interrogante. La primera es reconocer la instrucción como un proceso formativo de fuera hacia dentro. La segunda consiste en asimilar la educación como un proceso invertido al anterior, es decir, de dentro hacia fuera.
La dinámica de la instrucción está enmarcada en la adquisición de un estilo de vida para el ambiente familiar, social y laboral. El ser humano se asemeja a una esponja que absorbe pautas de sentir, pensar y actuar en el mundo. Así, cada persona permanece en una constante exploración y descubrimiento de la realidad. De acuerdo con Kant, la instrucción es un desarrollo heterónomo del ser humano con miras a la autonomía. En otras palabras, en este proceso la persona aún no es capaz de servirse de su propio entendimiento, sin la dirección de otro.
Ahora, se presenta un etapa de la vida en la que el individuo desea romper ese molde que viene del exterior y es cuando empieza a emprender un proceso educativo. Por eso, mientras que en la instrucción se le exige a la persona, en la educación ella misma se exige por sí sola. En este caso, se trata de una persona capaz de salirse de sí misma y verse a su vez para comenzar a esculpirse con cinceles de disciplina y dedicación la forma y sustancia de su propósito, es decir, una persona que sabe para dónde ir y cómo lograrlo.
Entre lo anterior, subyace una pregunta: ¿Cuál es la razón de ser del maestro? En primera instancia, la de ser un provocador de aprender en esos dos sentidos: el instructivo y el educativo. Segundo, la funcionalidad del maestro radica en saber compartirle al estudiante sobre cómo trascender su generación, de cómo contra viento y marea logre alcanzar sus propios sueños mediente la consolidación paulatina de una cultura de la autonomía, de tal manera que sea capaz de servirse de su entendimiento para ejercer sus derechos y deberes con cierto equilibrio de la responsabilidad. En conclusión, como diría Martín Descalzo, el ser maestro es saber ver la joya preciosa que hay en cada ser humano.