SÓLO VINE A HABLAR POR TELÉFONO
Gabriel García Márquez
Gabriel García Márquez
Adaptación Teatral: Jimmy Triana
PERSONAJES
María
Conductor
Guardiana
Anciano
Saturno
Enfermera
PRIMERA ESCENA
PERSONAJES
María
Conductor
Guardiana
Anciano
Saturno
Enfermera
PRIMERA ESCENA
María está en medio del escenario de pie haciendo señas para que alguien le ayude, un bus se acerca y María se sube en él.
Conductor: Le advierto que no voy muy lejos.
María: No importa. Lo único que necesito es un teléfono.
(Pasan cinco segundos mientras María termina de sentirse cómoda en la silla)
María: No se imaginan cuánto tiempo llevaba ahí. De repente es interrumpida por la compañera de silla de aspecto militar, pero que con dulces maneras con el dedo índice en la boca le dice:
- Están dormidas (señalándole luego atrás).
María mira un poco hacia atrás para corroborar lo dicho. Luego se acomoda para descansar y se queda dormida. Después no sabe cuánto tiempo durmió y pregunta:
María: ¿Dónde estamos?
A lo que aquella mujer le contesta:
- Hemos llegado.
Y cuando se baja esta mujer, todas las mujeres que estaban en el bus se bajaron ante la señal de ella. María mira un poco extrañada. Las mujeres ingresaban atendiendo a palmadas rítmicas que las afana a entrar de inmediato. Y así la mujer que acompaña a María le dijo:
- Buena suerte.
Luego, María se aparta un poco, pero escucha un grito:
- Alto he dicho.
María al ver los ojos imponentes y el dedo que le indica entrar en la fila, obedece.
María: ¿Dónde hay un teléfono? (a alguien por ahí).
Guardiana: Por aquí, guapa, por aquí hay un teléfono (diciéndolo en tono dulce golpeándole suavemente la espalda a María y haciéndola volver a la fila)
Llega una guardiana con lista en mano revisando la identidad de cada una de aquellas mujeres, pues al parecer todas llevan puesto como una especia de carnet. Pero se sorprende al ver a María sin identificación.
María: Es que yo sólo vine a hablar por teléfono porque es que mire que yo me varé junto a la carretera y el bus que nos trajo aquí paró para que yo pudiera llamar a mi marido y avisarle que el carro se varó y que voy a llegar tarde para acompañarlo.
La guardiana parece escucharla con atención.
Guardiana: ¿Cómo te llamas?
María: María Isabel Buitrago De la Peña (como suspirando de alivio)
La guardiana revisa una y otra vez la lista y no encuentra el nombre, le pregunta a otra guardiana:
- Oiga, venga. (la otra guardiana se acerca). Revise este nombre en su lista. (pero no lo encuentra).
María: (Como explicando). Es que yo sólo vine a hablar por teléfono.
Guardiana: De acuerdo, chica. (llevándola con dulzura a la cama), si te portas bien podrás hablar por teléfono con quien quieras. Pero ahora no, mañana.
María hace cara como comprendiendo que las mujeres se comportaban así porque están bajo el efecto de sedantes y que eso indica que aquel lugar era un hospital de enfermos mentales. Intentó escapar, pero es capturada por una gigantona que la inmoviliza en el suelo.
María: (en tono suplicante) Por el amor de Dios, le juro por mi madre muerta que sólo vine a hablar por teléfono.
De inmediato, le inyectan un somnífero.
SEGUNDA ESCENA
Conductor: Le advierto que no voy muy lejos.
María: No importa. Lo único que necesito es un teléfono.
(Pasan cinco segundos mientras María termina de sentirse cómoda en la silla)
María: No se imaginan cuánto tiempo llevaba ahí. De repente es interrumpida por la compañera de silla de aspecto militar, pero que con dulces maneras con el dedo índice en la boca le dice:
- Están dormidas (señalándole luego atrás).
María mira un poco hacia atrás para corroborar lo dicho. Luego se acomoda para descansar y se queda dormida. Después no sabe cuánto tiempo durmió y pregunta:
María: ¿Dónde estamos?
A lo que aquella mujer le contesta:
- Hemos llegado.
Y cuando se baja esta mujer, todas las mujeres que estaban en el bus se bajaron ante la señal de ella. María mira un poco extrañada. Las mujeres ingresaban atendiendo a palmadas rítmicas que las afana a entrar de inmediato. Y así la mujer que acompaña a María le dijo:
- Buena suerte.
Luego, María se aparta un poco, pero escucha un grito:
- Alto he dicho.
María al ver los ojos imponentes y el dedo que le indica entrar en la fila, obedece.
María: ¿Dónde hay un teléfono? (a alguien por ahí).
Guardiana: Por aquí, guapa, por aquí hay un teléfono (diciéndolo en tono dulce golpeándole suavemente la espalda a María y haciéndola volver a la fila)
Llega una guardiana con lista en mano revisando la identidad de cada una de aquellas mujeres, pues al parecer todas llevan puesto como una especia de carnet. Pero se sorprende al ver a María sin identificación.
María: Es que yo sólo vine a hablar por teléfono porque es que mire que yo me varé junto a la carretera y el bus que nos trajo aquí paró para que yo pudiera llamar a mi marido y avisarle que el carro se varó y que voy a llegar tarde para acompañarlo.
La guardiana parece escucharla con atención.
Guardiana: ¿Cómo te llamas?
María: María Isabel Buitrago De la Peña (como suspirando de alivio)
La guardiana revisa una y otra vez la lista y no encuentra el nombre, le pregunta a otra guardiana:
- Oiga, venga. (la otra guardiana se acerca). Revise este nombre en su lista. (pero no lo encuentra).
María: (Como explicando). Es que yo sólo vine a hablar por teléfono.
Guardiana: De acuerdo, chica. (llevándola con dulzura a la cama), si te portas bien podrás hablar por teléfono con quien quieras. Pero ahora no, mañana.
María hace cara como comprendiendo que las mujeres se comportaban así porque están bajo el efecto de sedantes y que eso indica que aquel lugar era un hospital de enfermos mentales. Intentó escapar, pero es capturada por una gigantona que la inmoviliza en el suelo.
María: (en tono suplicante) Por el amor de Dios, le juro por mi madre muerta que sólo vine a hablar por teléfono.
De inmediato, le inyectan un somnífero.
SEGUNDA ESCENA
(Con el médico director del hospital)
María despierta en su cama y ve a un anciano de sonrisa agradable y ve que ella se quiere desahogar.
Anciano: Aprovecha ahora para llorar cuanto quieras. No hay mejor remedio que las lágrimas.
María: Usted no sabe lo que siento, es que todos aquí creen que yo estoy... (mientras va diciendo eso la voz va desapareciendo y sigue simplemente hablando sin pronunciar y el anciano en disposición de escucha. Luego congelan la escena.
Descongelan hablando sin pronunciar, pero con María recostada en el pecho del anciano y él peinándole el cabello suavemente con sus manos. Ella se siente recompensada porque se siente comprendida por un hombre que no espera estar en la cama con ella.
María: La verdad necesitaba hablar con alguien, gracias. (Mira al anciano al rostro) ¿Será que puedo hablar por teléfono?
Anciano: (Majestuosamente se levanta) Todavía no, reina. (Acariciándole la mejilla con una palmadita tierna) Todo se hará a su tiempo. (Se desplaza, se detiene en la puerta y la bendice) Confía en mí.
María queda en imagen congelada, pero el anciano habla con una enfermera en estos términos:
Anciano: Póngale simplemente en el informe "AGITADA" y regístrenle un número de serie.
Enfermera: Sí, doctor.
TERCERA ESCENA
(Con la guardiana lesbiana)
María en la cama pensativa y la guardiana en un extremo de la escena mirándola como diciendo usted ya sabe. Se acerca a María y le hace señas como para decirle un secreto.
Guardiana: Ya sabes. Amor por cigarrillos, por chocolate, por lo que quieras. (Mira un poco hacia alrededor) Tendrás todo (con tono un poco insinuador, guiñendo el ojo). Serás la reina.
María estando en la cama la mira entre confusa y avergonzada y le voltea la espalda y se duerme. Se congela la escena.
La guardiana vuelve a su lugar y mira el reloj como si hubiese pasado el tiempo. María ya cambió de posición, está boca arriba y la cabeza ladeada. Todas están dormidas. La guardiana se acerca le provoca tocarla. Le besa la cara, el cuello, el brazo y la pierna. Cuando se dirigía a tocarle la entrepierna, María saca la mano y la manda al suelo. La guardiana está furiosa.
Guardiana: Hija de puta. Nos pudriremos juntas en este chiquero hasta que te vuelvas loca por mí.
CUARTA ESCENA
María despierta en su cama y ve a un anciano de sonrisa agradable y ve que ella se quiere desahogar.
Anciano: Aprovecha ahora para llorar cuanto quieras. No hay mejor remedio que las lágrimas.
María: Usted no sabe lo que siento, es que todos aquí creen que yo estoy... (mientras va diciendo eso la voz va desapareciendo y sigue simplemente hablando sin pronunciar y el anciano en disposición de escucha. Luego congelan la escena.
Descongelan hablando sin pronunciar, pero con María recostada en el pecho del anciano y él peinándole el cabello suavemente con sus manos. Ella se siente recompensada porque se siente comprendida por un hombre que no espera estar en la cama con ella.
María: La verdad necesitaba hablar con alguien, gracias. (Mira al anciano al rostro) ¿Será que puedo hablar por teléfono?
Anciano: (Majestuosamente se levanta) Todavía no, reina. (Acariciándole la mejilla con una palmadita tierna) Todo se hará a su tiempo. (Se desplaza, se detiene en la puerta y la bendice) Confía en mí.
María queda en imagen congelada, pero el anciano habla con una enfermera en estos términos:
Anciano: Póngale simplemente en el informe "AGITADA" y regístrenle un número de serie.
Enfermera: Sí, doctor.
TERCERA ESCENA
(Con la guardiana lesbiana)
María en la cama pensativa y la guardiana en un extremo de la escena mirándola como diciendo usted ya sabe. Se acerca a María y le hace señas como para decirle un secreto.
Guardiana: Ya sabes. Amor por cigarrillos, por chocolate, por lo que quieras. (Mira un poco hacia alrededor) Tendrás todo (con tono un poco insinuador, guiñendo el ojo). Serás la reina.
María estando en la cama la mira entre confusa y avergonzada y le voltea la espalda y se duerme. Se congela la escena.
La guardiana vuelve a su lugar y mira el reloj como si hubiese pasado el tiempo. María ya cambió de posición, está boca arriba y la cabeza ladeada. Todas están dormidas. La guardiana se acerca le provoca tocarla. Le besa la cara, el cuello, el brazo y la pierna. Cuando se dirigía a tocarle la entrepierna, María saca la mano y la manda al suelo. La guardiana está furiosa.
Guardiana: Hija de puta. Nos pudriremos juntas en este chiquero hasta que te vuelvas loca por mí.
CUARTA ESCENA
(Un teléfono en un salón vacío)
María caminaba en uno de los pasillos, cuando escucha repicar sin cesar un teléfono en un salón vacío, contesta sin pensar.
María: Aló.
Voz (lejana y sonriente imitando el servicio de la hora) Son las cuarenta y cinco horas, noventa y dos minutos y ciento siete segundos.
María: Maricón. (Cuelga)
Ya se iba y cayó en la cuenta que era su oportunidad de llamar a Saturno. Con mucha tensión y prisa marca seis números. En el otro lado levantan la bocina.
Saturno: ¿Bueno?
A María se le forma un nudo en la garganta (en eso pasan cinco segundos).
María: (Suspirando) Conejo, vida mía. Salen las lágrimas.
Saturno: (Con ira y celos) ¡Puta!. (Cuelga en seco).
María descuelga y se enfurece enormemente. Se enfrenta a las guardianas. Pero Herculina la controla y la hace rendir. Se congela la escena.
QUINTA ESCENA
María caminaba en uno de los pasillos, cuando escucha repicar sin cesar un teléfono en un salón vacío, contesta sin pensar.
María: Aló.
Voz (lejana y sonriente imitando el servicio de la hora) Son las cuarenta y cinco horas, noventa y dos minutos y ciento siete segundos.
María: Maricón. (Cuelga)
Ya se iba y cayó en la cuenta que era su oportunidad de llamar a Saturno. Con mucha tensión y prisa marca seis números. En el otro lado levantan la bocina.
Saturno: ¿Bueno?
A María se le forma un nudo en la garganta (en eso pasan cinco segundos).
María: (Suspirando) Conejo, vida mía. Salen las lágrimas.
Saturno: (Con ira y celos) ¡Puta!. (Cuelga en seco).
María descuelga y se enfurece enormemente. Se enfrenta a las guardianas. Pero Herculina la controla y la hace rendir. Se congela la escena.
QUINTA ESCENA
(María cede ante la presión lésbica de la guardiana)
María se encuentra escribiéndole una carta a Saturno. Le pasa la carta a la guardiana lesbiana. Esta a su vez coloca el dedo índice en los labios.
Guardiana: Si alguna vez se sabe, te mueres.
María y la guardiana salen de escena. María tiene el rostro avergonzado.
SEXTA ESCENA
María se encuentra escribiéndole una carta a Saturno. Le pasa la carta a la guardiana lesbiana. Esta a su vez coloca el dedo índice en los labios.
Guardiana: Si alguna vez se sabe, te mueres.
María y la guardiana salen de escena. María tiene el rostro avergonzado.
SEXTA ESCENA
(Saturno con el director del hospital)
Timbra el teléfono en la oficina del director (el anciano).
Anciano: Sí, que siga.
El anciano lo espera en la puerta y lo hace seguir.
Anciano: Por favor, siga y póngase cómodo.
Saturno: Gracias, vengo porque mi esposa está aquí.
Anciano: Sí, claro. Es María Isabel Buitrago De la Peña. Es una mujer joven, apreciable, inteligente... No sé cómo llegó aquí, ni cómo ni cuándo. A propósito: ¿Cómo hizo para saber que su esposa está aquí?
Saturno: Bueno, la verdad es que... me lo informó la compañía de seguros del carro.
Anciano: Caramba, no sé cómo hacen esas compañías para saberlo todo. (Queda pensativo por dos segundos). Lo único cierto es la gravedad de su estado. Mire, evite que caiga en arrebatos de rabia, eso puede ser peligroso.
Saturno: Tan raro. Siempre fue de genio fuerte, pero de mucho dominio.
Anciano: Hay conductas que permanecen latentes durante muchos años, y un día estallan. Con todo, es una suerte que haya llegado aquí, porque somos especialistas en casos que requiere un trato diferente. sígale la corriente.
Saturno: Tranquilo, doctor (dice alegremente). Es mi especialidad.
La voz se va desvaneciendo mientras el anciano y Saturno salen de la oficina.
SEPTIMA ESCENA
Timbra el teléfono en la oficina del director (el anciano).
Anciano: Sí, que siga.
El anciano lo espera en la puerta y lo hace seguir.
Anciano: Por favor, siga y póngase cómodo.
Saturno: Gracias, vengo porque mi esposa está aquí.
Anciano: Sí, claro. Es María Isabel Buitrago De la Peña. Es una mujer joven, apreciable, inteligente... No sé cómo llegó aquí, ni cómo ni cuándo. A propósito: ¿Cómo hizo para saber que su esposa está aquí?
Saturno: Bueno, la verdad es que... me lo informó la compañía de seguros del carro.
Anciano: Caramba, no sé cómo hacen esas compañías para saberlo todo. (Queda pensativo por dos segundos). Lo único cierto es la gravedad de su estado. Mire, evite que caiga en arrebatos de rabia, eso puede ser peligroso.
Saturno: Tan raro. Siempre fue de genio fuerte, pero de mucho dominio.
Anciano: Hay conductas que permanecen latentes durante muchos años, y un día estallan. Con todo, es una suerte que haya llegado aquí, porque somos especialistas en casos que requiere un trato diferente. sígale la corriente.
Saturno: Tranquilo, doctor (dice alegremente). Es mi especialidad.
La voz se va desvaneciendo mientras el anciano y Saturno salen de la oficina.
SEPTIMA ESCENA
(Saturno habla con María)
Él está en un salón y María llega, lo reconoce y se apresura a abrazarlo. Es un abrazo prolongado acompañado del silencio (Diez segundos).
Saturno: ¿Cómo te sientes?
María: Feliz de que al fin hayas venido, conejo. Esto ha sido la muerte. Ya no sé cuántos días llevo aquí, o meses o años, pero sé que cada uno ha sido peor que el otro (Suspira). Creo que nunca volveré a ser la misma.
Saturno: Ahora todo eso pasó (acariciándole el rostro maltratado). Yo seguiré viniendo todos los sábados. Y más, si el director me lo permite. Ya verás que todo va a salir muy bien.
Ella se siente extraña cuando él le dice eso y lo mira casi asustada.
Saturno: (En tono pueril) En síntesis, aún te falta algunos días para estar recuperada por completo.
María entiende la verdad.
María: ¡Por Dios, conejo! ¡No me digas que tú también crees que estoy loca!
Saturno: ¡Cómo se te ocurre! (tratando de reír) Lo que pasa es que será mucho más conveniente para todos que sigas aquí por algún tiempo. En mejores condiciones, por supuesto.
María: ¡Pero ya te dije que sólo vine a hablar por teléfono!
María estalla en furia, Saturno no sabe qué hacer. Herculina controla a María aplicándole una llave en el brazo izquierdo. El director llega.
Anciano: ¡Váyase! (le dice a Saturno). Es una reacción típica.
Saturno sale y no vuelve más.
ULTIMA ESCENA
Él está en un salón y María llega, lo reconoce y se apresura a abrazarlo. Es un abrazo prolongado acompañado del silencio (Diez segundos).
Saturno: ¿Cómo te sientes?
María: Feliz de que al fin hayas venido, conejo. Esto ha sido la muerte. Ya no sé cuántos días llevo aquí, o meses o años, pero sé que cada uno ha sido peor que el otro (Suspira). Creo que nunca volveré a ser la misma.
Saturno: Ahora todo eso pasó (acariciándole el rostro maltratado). Yo seguiré viniendo todos los sábados. Y más, si el director me lo permite. Ya verás que todo va a salir muy bien.
Ella se siente extraña cuando él le dice eso y lo mira casi asustada.
Saturno: (En tono pueril) En síntesis, aún te falta algunos días para estar recuperada por completo.
María entiende la verdad.
María: ¡Por Dios, conejo! ¡No me digas que tú también crees que estoy loca!
Saturno: ¡Cómo se te ocurre! (tratando de reír) Lo que pasa es que será mucho más conveniente para todos que sigas aquí por algún tiempo. En mejores condiciones, por supuesto.
María: ¡Pero ya te dije que sólo vine a hablar por teléfono!
María estalla en furia, Saturno no sabe qué hacer. Herculina controla a María aplicándole una llave en el brazo izquierdo. El director llega.
Anciano: ¡Váyase! (le dice a Saturno). Es una reacción típica.
Saturno sale y no vuelve más.
ULTIMA ESCENA
María está en la mitad del escenario sentada, con mirada perdida y pendulándose hacia delante y atrás. Cruzada de brazos.